domingo, 17 de octubre de 2010

gepetto



El día que J. conoció a aquel gatito no lo olvidará nunca. Era socia de una protectora de animales y tuvo que ir a la perrera municipal a ver si habían recogido a un grupo de gatos de un patio de vecindad.
J. recuerda vívidamente la situación de aquellos animales y cómo un gato joven rubio y muy delgado maullaba desesperadamente con la voz totalmente enronquecida dentro de una aséptica jaula.
J. no lo pensó 2 veces y adoptó a aquel gato ronco e histérico, aunque le hubiera gustado llevarse a todos los demás. 
De la perrera al veterinario a castrarlo porque en casa le esperaban otros dos capados.
-¿Nombre del gato?-preguntó el veterinario cuando hacía la ficha.
-¿Eh? ¡ah!, pues...
A J. le pilló desprevenida, miró a su alrededor y vio en la sala  revistas y un cuento, el de Pinocho.
-No, Pinocho no pega para gato, humm...Gepetto, eso es, Gepetto.
Desde entonces Gepetto ha sido el gato más agradecido del mundo,abraza a J. con sus dos patitas delanteras, la acompaña por toda la casa, la saluda cuando viene de la calle...
Esta noche Gepetto está especialmente mimoso e insiste en dormir al lado de J. pero ella está incómoda y se mueve mucho, en esto Gepetto se asusta y salta para escapar arañando sin querer a J.
Un pequeño pero feo arañazo en la cara que le duele a J. cuando se lo está curando. Junto a ella  Gepetto sin sentirse culpable, se la queda mirando y espera a que ella se vuelva a acostar.
J. en medio de su rabia sonrie al gato y le dice:
-Anda, vamos.

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