domingo, 3 de octubre de 2010

asignatura pendiente

J. tiene una asignatura pendiente. Bueno, tiene una, otra, otra...Pero una es que no sabe andar en bici y eso es una pena ahora que tiene tiempo de pasear por su ciudad, una ciudad tan amable con los ciclistas que hasta les presta las bicis para lo que quieran, hasta para que se las queden, porque de cada 3 bicis prestadas, una no se devuelve. Pues eso, que J. siente no poder moverse por esos bicicarriles que tiene por doquier.
Así que cuando se entera que el Ayuntamiento ha organizado un curso para enseñar a andar en bici a adultos a J. le falta tiempo para apuntarse.
El día señalado J. está la primera en el polideportivo indicado. Ya se empieza a arrepentir. El pabellón está lleno de verdaderos deportistas.
Al final se forma el grupo: nueve mujeres y un solo hombre.
-Peor estará él- se dice J.
Pero no le gusta el panorama. Llegan dos monitores con un cajón grande de donde empiezan a sacar cascos, coderas y rodilleras y los van repartiendo. ¡No!- se dice J. quien se resiste a ponerse nada. La gente está mirando. Pero ve a los participantes con mucha voluntad y encima con ganas de reirse de sí mismos, al contrario que ella. Hoy no es el día de J. pero, disciplinada, se planta los objetos ortopédicos.
Cada vez hay más curiosos en el pabellón, no se sabe de donde han salido y ella siente que su grupo es el blanco de todas las miradas.
Apoyadas en la pared esperan las bicis a ser montadas. Es curioso ¡bicis sin pedales!
!Hala¡  ¿montar y mantener el equilibrio? ¿cómo se come eso?
Pero J. no tiene tiempo de averiguarlo. Cuando ve entrar por el fondo a dos periodistas con una cámara para, se supone, dar la noticia del acto, J. se quita a toda prisa los artilugios, los deja en el suelo y escapa por la puerta más cercana como alma que lleva el diablo murmurando algo así como: "voy al servicio"
-Algún año de estos- se dice ya en el frescor de la calle.

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