lunes, 30 de mayo de 2011

balneario

J. está nerviosa, impaciente, descentrada...Es lo que tiene J. Cuando se lleva algo entre manos, no se concentra en nada. Va de aquí para  allá...Se levanta del ordenador, se va a la cocina. Tiene un mundo de cazuelas por recoger, las ve, pero ahí las deja. Se marcha de la cocina, vuelve al ordenador. Tiene tres páginas abiertas, abre otra, se vuelve a ir. Esta vez a la terraza. Está lloviendo, diluviando. ¿que tiempo hará mañana en el balneario? Se va a ver la página del pronóstico del tiempo.
¡Es que es eso!. Que J. va a estar dos días en un balneario. Es una oferta que está bien de precio pero luego te salen los extras, que si baños de pediluvio, algo de pies, claro; que si masaje reductor.¡ Oh! eso sería un milagro.¡ Reductor! ¿Y sólo con  uno o dos ya vale? Porque esa es otra, cuando J. está nerviosa va a la nevera y come, va al frutero y come, va a las nueces, a las galletas, y come. Luego dice con cara de sinceridad: si no como tanto, si yo como limpio, si nunca tomo grasaza. Si, J. eso es cierto, pero ocho nueces, pan con crema de sésamo, plátano diario, cinco comidas al día y ninguna pequeña ¿qué es eso?
Bueno, el caso es que J. se ha embutido en los bañadores y le valen. Total, lo que se va a ver en el balneario no será mucho mejor J. se vuelve a levantar de la mesa del ordenador y se va al dormitorio sin mirar el tiempo. Tiene la maleta a medio hacer. ¿Terminará hoy algo o, por el contrario, tendrá que madrugar mañana?

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